martes, 30 de diciembre de 2008

Un gran pueblo... ¿o una ciudad?


El pasado fin de semana, tuve la ocasión de visitar durante cuatro días parte de tierra Gipuzcoana, especialmente, Zarautz. Ni comparar con las grandes ciudades cercanas a nosotros como Bilbo, o como Algorta, donde vivimos.
De las cosas que más me enamoraron de esta villa, fueron la playa, la manera de hablar de todos los habitantes, y en especial, los críos.

Asomarte a la playa, ver los grandes acantilados que la rodean por los lados, ver el gigantesco paseo que la recorre, el ambiente y el turismo, me recordaba a ciertas películas americanas situadas en la costa de California, ya que a todo joven que veíamos pasar iba acompañado de una bici, o de un 'long', similares a los 'skate' que solemos ver aquí, pero de forma más larga y hechos al estilo de los años 80. Pero también, fueron los críos los que me dejaron un poco boquiabierta; además de parecer típicos niños prodigio del 'skate', la gran mayoría eran rubios, y es que no sé si sería por la práctica del surf en este pueblo, pero a mí me daba la impresión de que me encontraba en California, porque lo único que faltaba eran palmeras.

Además del aspecto de los habitantes, era impresionante ver a estos chiquillos hablar euskera, y mira que nosotros entendemos y lo podemos hablar perfectamente, pero es que parecía un idioma desconocido, un euskera cerrado; lo hablaban de una forma tan rápida que sólo podíamos entender: "jonaikeztauzte", o algo similar.
También pudimos apreciar un pequeño puerto en el pueblo de al lado de Zarautz, en Getaria. Getaria también se trataba de una villa pequeñísima, como si fuese todo en miniatura, con su pequeña iglesia, el puerto y la calle principal que se trataba del Casco Viejo.

Con todo esto, me gustaría deciros que lo que no tiene una gran ciudad, lo tiene un pueblo como éstos; no todas las villas son como Zarautz, pero podemos apreciar muchas otras cosas en otras. Yo tuve la ocasión de visitar este pequeño "pueblo californiano", disfrutando de la tranquilidad, el gran paisaje costero y aislándome de la rutina.

En sí, quería sumar a todo ésto, que es bonito poder vivir en un pequeño pueblo sin ningún ruido de coches, ni de trenes,... como lo tiene una gran ciudad, pero que yo, por ejemplo, en Algorta, no soy capaz de llevar algo extravagante o algo que pueda llamar la atención cuando me gusta, porque todos nos conocemos las caras y por lo que dirán. Yo tampoco le doy importancia a la visión que tengan de mí o a lo que piensen, pero en realidad, me mata por dentro que pases y que te echen un vistazo de arriba a abajo, ya que me siento incómoda. Pero en una ciudad en cambio, todo el mundo pasa mucho más desapercibido, ya que hay muchísima más gente y cada uno va más a lo suyo.

Y es que yo, si voy a Bilbo, tanto como si voy a otro pueblo desconocido, me da exactamente igual llevar un gorro, un collar hasta el suelo o cualquier otra cosa, porque es una ciudad en la que no me conoce nadie y voy más a mi "bola", pero aquí es muy diferente, que todos nos conocemos, sea de vista o de la infancia.

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