sábado, 14 de febrero de 2009

Bienvenidos al fin del mundo


21 de diciembre de 2012. El día que termina la vida según el calendario Maya, la salida del Mundo del Quinto Sol. O mejor dicho: el día del fin del mundo.

Resulta curioso. La gente nunca se plantea cuándo va a morir. En todo el mundo, cada mañana, hombres y mujeres van a trabajar, salen con sus amigos y cuidan de sus hijos. Piensan en muchas cosas, pero no hay ningún minuto que dediquen a la muerte. Muerte es melancolía. Demasiado triste para el ser humano. Lo singular del caso es que, sin pensar ni un instante en ello, nuestra fecha de destrucción ya está puesta. El destino existe. Temblad.

Unos se lo creen, confundidos. Es el respeto hacia lo antiguo, hacia la civilización Maya, lo que nos causa admiración y obsesión por la fecha. La frase de “el fin del mundo”, o los números tal vez. La remota pero real posibilidad de que las profecías de las películas se cumplan. Por eso nos atrae la oscuridad. Por eso la tememos.
Otros no, ellos, escépticos o realistas, como se quiera ver, no creen en estas cosas. Desafiarán al destino, tirarán los dados. Y otros muchos, a escondidas, rezan para que el día llegue de una vez. Están hartos de simplemente, vivir. Y razón no les falta la verdad. Los humanos tienen la capacidad de crear. Por lo tanto también de destruir. Y muy a nuestro pesar ésta es la nueva Era de la Destrucción. Bienvenidos.

Otro gran dilema es: ¿qué haremos ese día? Las fiestas se contarán por millares -alcohol para enfrentarse al miedo. ¡Qué decepción para ellos, la resaca del día siguiente! Muchos llamarán a sus familiares deseándoles lo mejor (o lo peor). Pero en su interior albergarán la esperanza de que la desgracia no ocurra. Y el resto de la población nos quedaremos viendo la tele y esperándola a ella. Sí, a ella. La muerte se habrá cansado de darnos todo una vida de ventaja.

El debate está servido. Pero cuando esa condenada fecha llegue, no os preocupéis. Si el calendario Maya no nos mata, lo haremos nosotros mismos. Mientras tantos, tomaos unas cervezas y sonreíd. El día de mañana se acerca.

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