martes, 10 de febrero de 2009

TECNO - VIDA


Había pensado iniciar este artículo hablando sobre el invento más moderno de la actualidad, aunque me he dado cuenta de que para cuando esto se publique ya se habrá quedado antiguo. Esto no es de extrañar, pues vivimos en una época en la que los avances tecnológicos se suceden sin parar, siendo cada uno mucho mejor que el anterior. Además, todo ello nos crea la “necesidad innecesaria” de esos productos, que nos lleva al consumo compulsivo. Por si fuera poco, una vez nos hemos decidido a que nos agujereen el bolsillo, el dependiente nos garantizará que difícilmente habrá un nuevo producto que supere al nuestro en calidad. Nosotros nos convencemos de que eso es cierto, algo que también harían en su día aquellos que compraron los primeros teléfonos móviles, que bien podían ser utilizados como ladrillo en la construcción.

Al final, todos nos volvemos esclavos de una vida llena de Internet, iPods, GPS y no sé qué más, que innegablemente nos proporciona una gran comodidad. No obstante, ahora nos resultaría prácticamente imposible renunciar a un día a día sin objetos de esta categoría, cuando hasta no hace mucho apenas seis personas tenían un ordenador (del tamaño de un baúl) en su casa y a nadie le parecía extraño caminar dos minutos para llegar a hablar con alguien en vez de llamarle por el móvil. Sin embargo, parecemos estar convencidos de que no nos supondría un gran esfuerzo renunciar a algunos de estos caprichos, algo que como ya he dicho antes es inconcebible. Sólo como ejemplo pongo la televisión, que no falta en ninguna casa. Estoy de acuerdo en que es un buen pasatiempo, pero si nos descuidamos, podemos “tirar” ahí horas y horas. Pasando una semana sin tele, algo impensable para muchos (a mí me resultaría difícil) ganaríamos una burrada de tiempo libre. Pero da igual, porque seguramente, ese tiempo lo invertiríamos jugando al ordenador.

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