lunes, 16 de febrero de 2009

El que mantiene el equilibrio, el que atraviesa las puertas

Allí, en mis pensamientos, tras algunos meses y muchas sorpresas se esconde una casilla en blanco. Aguarda impaciente su garabato, unas pocas palabras nada más. Esa casilla proyecta sombras sobre mis sueños, me produce escalofríos, me hace dudar; me debato entre la agonía y la ansiedad.

Esa casilla da miedo. A un lado cita: ‘Profesión, carrera a cursar’. Si ser maduro es escribir en ese hueco, prefiero mil veces ser un maldito niño inmaduro. Hasta hace poco me gustaba jugar al juego de ‘¿seguro que no quieres saberlo? Te encantará. Hoy quiero ser diputado en la Unión Europea’. O ingeniero químico. Periodista, ¿por qué no? Controlador aéreo. Cada día una cosa.

Pero ya me he aburrido del juego. Esta vez veo la casilla más cerca que nunca, se ha convertido en personaje habitual de mis pesadillas. ‘Tú no te preocupes, tienes mucho tiempo para decidir’. No. Es este año. Esto va a definir mi vida, porque podré ser: ‘Aitor, 32 años, abogado’ o ‘casado, en paro’. La obligación de decidir en qué voy a trabajar, porque ya he llegado a la conclusión de que la suerte me evita –no me va a tocar la lotería e irme de crucero mañana.

En serio. Envidio con toda mi alma a todas las personas que ya lo han decidido. Hasta ahora la vida era viajar en un tren, te subías y lo tenías todo encarrilado. Ahora, después de ver muchos paisajes te dan para decidir: ‘¿en qué estación te bajas? O te bajas o te tiramos’. Esta casilla supone el fin de una etapa de nuestras vidas.

Mientras que unos dan un paso a sabiendas de que lo que van a encontrar es tierra firme, a mí me cuesta mantener el equilibrio. Sin embargo, no acostumbro a darme por vencido y sé que voy a atravesar las puertas, bajar al andén con boli en mano y escribir en la casilla: ‘Actor porno’.

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