domingo, 17 de mayo de 2009

El capítulo donde muere Achille Compagnoni

Tengo a mi lado una foto en blanco y negro. En ella se adivinan tres figuras. La de la derecha, la de los rasgos fugaces, esa que parece vivir la vida más rápido que el resto, se llama Achille Compagnoni. Su boca sonríe y sus pómulos dibujan la felicidad, pero sus ojos lo delatan. No hay nada más asesino que sus ojos.

Esta fotografia fue tomada en 1954, cuando a los italianos Erich Abram, Lino Lacedelli y a nuestro Compagnoni se les heló la sangre al contemplar la temible pendiente del K-2. Elevándose hasta los 8.611 metros, también conocida como la montaña salvaje, el K-2 es el segundo pico más alto de la Tierra. De cada cuatro personas que han intentado escalarla, una ha muerto en el intento. Las pendientes son verticales y muchos han fallecido en la bajada. El pasado Agosto, 11 escaladores perdieron la vida en lo que fue uno de los peores desastres del alpinismo de la historia.

En la noche del último ascenso, Lacedelli y Comagnoni acamparon más alto que el resto del grupo. El encargado de las botellas de oxigeno, Walter Bonnati, no pudo encontrarlos, y fue obligado a esperar un noche insufrible en lo salbaje de la tempestad. De esta manera, la mañana siguiente abandonó la ultima etapa y descendió, abandonando a Lacedelli y Comagnoni a su merced.

El 31 de julio de 1954, después de numerosos intentos de escaladores de todo el mundo, la pareja de la derecha de la imagen conquistó la cima. A partir de entonces la subida al K-2 se convirtió en un símbolo de orgullo nacional, de renacimiento y esperanza al terminar la segunda guerra.

Más tarde, Compagnoni, abrió un hotel en Cervinia. Construyó un pequeño museo en su casa dedicado al K-2 del que se sentía más que orgulloso. Continuó escalando pero nada superó al mejor ascenso que hizo jamás.

Achille murió el pasado miércoles en Aosta, Italia. Tenía 94 años y una mirada glacial.

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