viernes, 1 de mayo de 2009

¿Qué precio le pondrías tú?



¡Enhorabuena al ser humano!


En tan sólo un siglo ha logrado aumentar la esperanza de vida unos treinta y tantos años. Mientras que hace cien años eran pocos los que lograban superar los 50, hoy en día esa cifra ha aumentado a los 80 años de edad aproximadamente. Y todo esto, además de a la mejoría que ha habido en la calidad de vida de muchas personas, también puede achacársele a los avances médicos, con los que se han encontrado curas para muchísimas enfermedades. Estos avances son gracias a largos años de investigación, financiados por enormes sumas de dinero, difíciles de conseguir. Así y todo, algunos medicamentos pueden suponer un gran negocio para las empresas farmacéuticas, y desgraciadamente, en eso es en lo que se han convertido los laboratorios farmacéuticos, en farmaindustrias. Hoy en día se investigan sólo las curas que puedan resultar rentables. En lugar de basarse en el índice de mortalidad para dar prioridad a la búsqueda de una cura, los investigadores de bata blanca prefieren centrarse en los beneficios económicos. Así, la cura contra la malaria es un tratamiento barato, mientras que los tratamientos antiarrugas pueden resultar carísimos. Por eso, los farmacéuticos prefieren buscar soluciones para los gravísimos problemas de calvicie, adelgazamiento o aumento de pecho que tanto preocupan a esta sociedad consumista, egocéntrica y egoísta de los países desarrollados, dejando a un lado otras enfermedades menos rentables que pueden causar la muerte en los países en vías de desarrollo. Y así, miles de personas mueren al año en el mundo por no poder adquirir el tratamiento ya existente para su enfermedad. Esto es así porque muchos tratamientos están fuera del poder adquisitivo de miles de familias que realmente los necesitan, y su precio no disminuye, porque sino este negocio no sería tan rentable. 250 medicamentos vastarían para curar la mayoría de las enfermedades del mundo, pero mientras que los medicamentos están en el norte, las enfermedades están en el sur.

En los países del primer mundo nuestra esperanza de vida es de unos ochenta años, pero en un elevado número de países tercermundistas esta cifra no supera los cuarenta años de edad, lo mismo o menos que la esperanza de vida de los países desarrollados de hace un siglo.

No entiendo cómo quienes tienen la salud y las vidas de tanta gente en sus manos pueden intercambiarlas por dinero. Éste es un problema moral mucho más grave que cualquier otra enfermedad, porque tener la poca ética de poner precio a la vida de una persona, es un defecto que nunca tendrá cura.

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