
El partido se vivió con gran nerviosismo y participación desde muchos rincones, entre ellos, mi casa. Al comienzo del partido era capaz de controlar mi emoción y razonamiento, ya que la pareja por la que había apostado, es decir por Irujo y Goñi III iba ganando. Pero a medida que Aimar y Oier acortaban distancias el ritmo de mi corazón se aceleró hasta llegar a 200 por hora. En el frontón se palpaba el mismo ambiente, y la balanza de las apuestas se posicionaba una y otra vez a favor o en contra de una pareja.
Llegados al 21-21 intenté tranquilizarme, pero mis esfuerzos fueron en vano. Y creí morir de la agonía y del nerviosismo en el último tanto cuando claramente se vio que a Fernando se le escapó la pelota. Todos dimos el partido por finalizado con Aimar y Oier como campeones, cuando de repente sucedió el milagro. La pelota cayó por encima de la chapa, pillando por sorpresa a todos, en especial a los colorados, con lo que Juan Martínez de Irujo y Fernando Goñi ganaron el partido, y por consiguiente la tan deseada y merecida “Txapela”.
Con motivo de festejo se escucharon vítores de alegría provenientes del frontón, a la vez que mi “irrintzi” sonó en todo Uribe Costa. Había prometido echarlo si ganaban los de azul, y no me importó desentonar un poco. Por ello, la sensación de felicidad y satisfacción se lleno de mí, y espero que en siguientes finales se vuelva a repetir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario